El número de deprimidos y ansiosos es cuatro veces mayor entre los adolescentes con enfermedades hepáticas que entre los demás jóvenes
Dramas de la secundaria a la parte, la adolescencia es una etapa bien difícil: es cuando empezamos a pensar en la profesión, cuando las coquetear comienzan a convertirse en citas y, por supuesto, cuando el cuerpo se vuelve una mezcla explosiva de hormonas. Ahora, imagina toda esa etapa, con una preocupación: una enfermedad en el hígado.
Pensando en esta situación, un grupo de científicos del King’s College, en Londres, decidió investigar la relación entre estas enfermedades y de los dos problemas psicológicos comunes: la depresión y la ansiedad. El objetivo principal, además de tratar de entender si había una relación entre el psicológico y el cuerpo, era determinar si la existencia de enfermedades mentales influiría los tratamientos de los jóvenes.

El hígado y la depresión
Del estudio participaron 187 personas de una clínica que se encarga de pacientes con problemas en el hígado. Los jóvenes, con edades entre 16 y 25 años, tenían que responder a un cuestionario en línea sobre salud mental, según el cual es posible diagnosticar la depresión y la ansiedad.
Los pacientes fueron divididos en tres grupos: los que habían pasado por un trasplante de hígado, y los que tenían una enfermedad hepática autoinmune y aquellos con problemas crónicos en el órgano. De acuerdo con la encuesta, los investigadores descubrieron que el 17,7% de los pacientes tenían depresión o la ansiedad. El número casi cinco veces mayor que el común para los adolescentes – en general, sólo el 4% de los jóvenes en esa franja de edad desarrollan depresión y ansiedad, en el Reino Unido.
Lo interesante es que ninguno de los participantes creía que la enfermedad psiquiátrica tenía que ver con la física: así como cualquier otro adolescente, las causas de la ansiedad o de la depresión era, para ellos, fatiga, baja autoestima, falta de sueño, problemas financieros o y dificultades escolares. Los investigadores no encontraron diferencias significativas entre los grupos de pacientes – en todos ellos, el número de personas con problemas psicológicos eran casi los mismos.
Aun así, la depresión y la ansiedad parecían influir en cómo los pacientes se percataron de las enfermedades: gran parte de los adolescentes pensaba que, en las fases depresivas o ansiosas, los síntomas de las enfermedades hepáticas los afectaban más y en mayor número, y también que el impacto de las enfermedades en sus vidas era mayor. Tiene sentido: con cuestiones psicológicas, es más difícil llevar una enfermedad como estas en la espalda, más aún en una fase tan importante y estresante de la vida.
Pero no todas las conclusiones fueron negativas. Entre las malas noticias, los investigadores notaron que las cuestiones psicológicas, a pesar de tener un fuerte impacto en la vida de cada joven, no parecía influir negativamente en el tratamiento del hígado de ellos – es decir: la depresión y la ansiedad, no dificultan la curación de las enfermedades del hígado.
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